Servicio de Sanidad
El Servicio de Sanidad es un espacio donde nos reunimos con fe para buscar la intervención divina en las áreas de nuestra vida que necesitan restauración. Creemos que Dios no solo salva el alma, sino que también sana el cuerpo, las emociones y las heridas profundas del corazón. En este ministerio, abrimos un lugar de encuentro con el poder sanador de Dios, quien sigue obrando hoy como lo hizo en los tiempos bíblicos.
La sanidad que buscamos no es solo física, sino también espiritual y emocional. Sabemos que hay corazones heridos, mentes cargadas y familias quebrantadas que necesitan ser restauradas por el amor de Cristo. Por eso, este servicio se lleva a cabo en un ambiente de fe, compasión y sensibilidad al Espíritu Santo, donde se ministra con oración, imposición de manos y guía pastoral.

La sanidad comienza cuando nos rendimos.
Si estás cargando con dolencias, heridas del alma o una lucha silenciosa, te invitamos a acercarte. En este ministerio no hay juicio, solo brazos abiertos y un altar preparado para que puedas encontrarte con el Dios que sana, restaura y renueva. En Iglesia Ondas de Amor Fort Myers Ministerio Internacional creemos que el mismo Jesús que sanó ayer, sigue sanando hoy.

¿Qué situaciones puede tocar este ministerio?
- Enfermedades del cuerpo que desafían la medicina
- Ansiedad, angustia o depresión
- Confusión espiritual o ataduras emocionales
- Heridas del pasado o rupturas familiares
- Cargas que parecen imposibles de llevar
La Biblia nos muestra que Jesús sanaba a los enfermos no solo como prueba de su divinidad, sino como expresión de compasión y restauración total. Él dijo:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón…”
(Lucas 4:18)
Y también nos dejó esta promesa:
“Sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.”
(Marcos 16:18)
Durante este servicio, oramos específicamente por quienes están atravesando enfermedades o luchas interiores. No se trata de fórmulas ni rituales, sino de buscar la intervención de Dios con humildad y fe. Hemos sido testigos de cómo Él trae alivio, consuelo, dirección y, en muchos casos, milagros que solo pueden atribuirse a Su poder y misericordia.